Capítulo 3 /La carta/

Intento recapacitar...y seguir adelante.

Jueves por la noche. Tumbada en el sillón, con mi mp4, escuchando música sin sentido alguno. Brenda estaba en la cocina, mis padres llegaban dentro de 2 días, estaban en una visita de esas raras de trabajo. Como decía, mi hermana estaba preparando una cena un poco improvisada.

+Ésta comida es la ostia, ya verás. Aliviará tus penas.-Se rió. Que yo sepa, era ella a la quien le gustaba Eugene, no a mí, obviamente.

-Oye. ¿Te acuerdas de...Chris?

+No vivo en tus sueños, Emily, lo siento. ¿Chris?

-Sí, Chris. Lo mencionó Melany ésta mañana. Claro que, tú estabas embobadita con Eugene, como ibas a...-Alguien llamó a la puerta. Nos miramos disimuladamente. Yo grité un: Quién es? Un poco acelerado.

No contestó nadie. Me dispuse a salir para comprobar que, efectivamente era un gilipollas haciendo el gilipollas. Pero nada de eso. No me lo imaginé.

Era una carta. Una carta azul. Un azul muy clarito, casi parecía blanco.

+¿Quién era?- Gritó Brenda un poco confundida, mientras se quitaba el delantal que tenía puesto, y también el moño que dejaba contemplar su perfecta melena.

-No era nadie, pero ha dejado una carta.- Abrí la carta. “Mañana, a la hora del recreo, en el pasillo de la 3ª planta, estaré esperando”

9.00a.m

+Emily, abre la ventana, por favor, ¡no queremos morirnos de insolación! Jajaja.

Nadie se rió. La Señorita Tramper no tenía nada comparado con la palabra “gracia”, si es así el nombre.

Soy la chica que se sienta al lado de la ventana, asique siempre me toca abrirla, cuando a la Señorita Tramper le place ;). Me levanté y abrí la ventana. Me quedé mirando los jardines con gran asombro, sin importarme si tardase o no.

Noté un olor peculiar, que hacía tiempo que no sentía. El parque. El viejo parque de mi infancia, donde Anne, Lilly y yo jugábamos al parchís, al escondite, a la comba, y básicamente, nos lo pasábamos en grande. Sólo teníamos 12 estúpidos e insignificantes años, pero que para nosotras era un pequeño gran mundo por descubrir.

+Siempre, ¿me escucháis? Siempre, pase lo que pase, estaremos unidas.-Lilly hizo una pose, nos cogimos de la mano, cerramos los ojos y escuchamos el canto del jilguero. Sonreímos. Abrimos de nuevo los ojos.

-Escúchame ahora tú a mi.-Anne y Lilly me miraron.-Sois lo único que tengo. También tengo familia, ¿sabéis? Pero no es nada comparado con lo que vosotras significáis. A lo mejor nos separaremos, no nos volveremos a hablar e incluso, nos enfadaremos, pero que quede entre nosotras. Para siempre, es poco tiempo. Prefiero decir...hasta que nuestros corazones dejen de funcionar...

+Sí, eso, hasta que nuestros corazones dejen de funcionar. Todavía queda mucho. Mucha amistad por descubrir, os quiero.-Lilly empezó a saltar a la comba, y seguimos con lo nuestro.

+Emily, como tardes más creo que se acabará la clase.- Tramper sonrió, y me senté, cómo para quedarse de pie...

-Tiiiii!-Sonó la campana, que me ponía los pelos de punta de nuevo. Brenda me esperaría en la esquina del baño, de la 3ª planta, en un extremo del pasillo. Mis botas se oían a quilómetros eso hacía que andase más despacio, por si acaso.

No estaba. Brenda Gomez no estaba. Pero eso sí. Otra carta azul en la puerta de entrada al baño. Me temí lo peor.

“ Si la quieres volver a ver, sé cuidadosa, y sobre todo, mantente al margen” 

Genial, mi hermana desaparecida, y sigo sin saber quien es Chris...